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martes, 10 de noviembre de 2009

Orígenes de la Lengua Castellana



El español o castellano, es una lengua romance, derivada del latín, que pertenece a la subfamilia itálica dentro del conjunto indoeuropeo. Es la lengua nacional de España y la oficial de México, de las naciones de Sudamérica y Centroamérica —excepto Brasil, las Guayanas y Belice—, de las naciones caribeñas de Cuba, Puerto Rico y la República Dominicana, de la nación africana de Guinea Ecuatorial y goza de protección constitucional en el estado norteamericano de Nuevo México. Además, es oficial de varias organizaciones y tratados internacionales como la ONU, la Unión Europea, el TLCAN, la Unión Latina y la OEA; cuenta con unos cuatrocientos cincuenta millones de hablantes, entre los que se incluyen los hispanos que viven en Estados Unidos de América y algunos cientos de miles de filipinos, así como los grupos nacionales saharauis y los habitantes de Belice, donde el idioma oficial es el inglés. El español está conformado por un 60% de vocablos del latín, 10% del griego, 15% del árabe, 10% de lenguas germánicas y 5% de otras lenguas.[cita requerida] Esta lengua también es llamada castellano, por ser el nombre de la comunidad lingüística que habló esta modalidad románica en tiempos medievales: Castilla.

La Historia del idioma español se puede dividir en tres grandes bloques: pre-románico, a todos los sucesos dados antes de la invasión romana; románico, a los sucesos en España del Imperio Romano y post-románico, a todo lo sucedido después de la invasión Romana.


Aportes prerromanos
Los aportes prerromanos son los correspondientes a la lengua española anteriores al siglo III a. C.: Los pueblos primitivos que vivían en la Península Ibérica y que sólo en parte los conocemos (íberos, celtas, vascos) y los que comerciaban con esta (fenicios, cartagineses y griegos) aportaron probablemente las siguientes cosas:

• la desaparición de f- inicial en muchas palabras que en latín llevaban este sonido, y, supuestamente, el llamado betacismo, debidos, probablemente, a la influencia del vascuence o del íbero.
• algunos sufijos, por ejemplo -rro, -rra,
• el nombre de la península (los íberos), o el de algunas poblaciones como Segovia (en latín, Segovia) o Sigüenza (cuyo nombre latino era Segontia), que derivan del vocablo céltico sega, que significa victoria
• algunas palabras, como izquierda y perro.

El latín y su evolución en la península
A partir del siglo III a. C., se produce la romanización de la Península, proceso que se alargará hasta finales del siglo I a. C. Este proceso afectará a muchos ámbitos de la vida peninsular, incluido el lingüístico. Las lenguas prerromanas van desapareciendo paulatinamente, a excepción del vasco, y son sustituidas por el latín, que es la lengua oficial del Imperio Romano.
No obstante, conviene señalar algunos factores que van a influir decisivamente en el ulterior desarrollo del latín, que dará la lugar a la aparición del castellano:
En primer lugar, su situación geográfica: La distancia con el centro neurálgico del imperio, Roma, y el aislamiento geográfico a través de los Pirineos) y el Mar Mediterráneo, hacen que las innovaciones lingüísticas lleguen despacio y con retraso.
El origen de los conquistadores: la mayor parte de los romanos que colonizaron la península procedían del sur de Italia, zona en la que se hablaba una variedad del latín denominada latín vulgar que difiere de la reflejada en los textos clásicos.

Surgimiento del castellano
Tras la caída del imperio romano en el siglo V, el latín vulgar evoluciona progresivamente en todo el imperio diversificándose. Dicha evolución va a originar la aparición de las diversas lenguas romances. En ese mismo siglo, se produce la invasión germana, lo cual va a permitir la incorporación al español de algunos vocablos germánicos, junto con los que ya habían entrado anteriormente en el latín vulgar. Destacan los relacionados con las contiendas como guerra (werra), o yelmo (helm). Algunos nombres propios también derivan de las lenguas germánicas; es el caso de Álvaro (de all -todo- y wars -prevenido-) o Fernando (de frithu -pacífico- y nanth -atrevido-).
En el siglo VIII, la Invasión musulmana de la Península Ibérica pone a la lengua romance hablada en aquel momento bajo fuerte influencia del árabe (más de 4000 vocablos en español), apareciendo el mozárabe (un conjunto poco conocido de dialectos romances con cierta influencia del árabe, fue el idioma utilizado por los cristianos arabizados). El contacto con los árabes probablemente dotó al mozárabe de unas características que lo distinguen del resto de lenguas romances. Muchas palabras castellanas actuales provienen del árabe como álgebra, almohada, almirante (donde al- es artículo), aceite, o ajedrez.
En el Siglo IX, la influencia árabe tiene sus expresiones artísticas, con la aparición de Jarchas y otros textos medievales en mozárabe, muchas escritas en alfabeto árabe, en lugar del alfabeto latino.
El español pasa a ser el idioma oficial de España y América Hispanohablante [editar]El dialecto castellano original, con sus influencias prerromanas, se expandió al sur de la península a medida que avanzaba la Reconquista. En el Siglo XV, durante el proceso de unificación española de sus reinos, Antonio de Nebrija publica en Salamanca su Grammatica, el estudio gramatical no relacionado al latín, siendo el primer tratado de gramática de la lengua castellana (y de la lengua moderna en general).
Con la expansión del Imperio Español, el español se expande a través de los Virreinatos del Perú, Nueva España, Nueva Granada, el Río de la Plata y la colonia Filipina.
Algunas de las características distintivas de la fonología incluyen la lenición (latín vita - español vida, latín lupus - español lobo), la diptongación en los casos fonéticamente breves de la E y la O (latín terra - español - tierra, latín novum - español nuevo), y la palatalización (latín annum - español año). Algunas de estas características están también presentes en otras lenguas romances.

Registros históricos del idioma Glosas y cartularios medievales
La historiografía tradicional considera como textos más antiguos que se conocen en castellano a las Glosas Emilianenses, datadas de finales del siglo X o con más probabilidad a principios del siglo XI, que se conservan en el Monasterio de Yuso, en San Millán de la Cogolla (La Rioja), localidad considerada centro medieval de cultura. Sin embargo, las dudas que suelen surgir acerca del romance específico empleado en las Glosas hace que las corrientes lingüísticas actuales consideran que no están escritas en castellano medieval, sino en un protorromance riojano, o navarroaragonés o castellano-riojano según el filólogo César Hernández. Es decir, un «embrión o ingrediente básico del complejo dialectal que conformará el castellano», en palabras del investigador riojano Claudio García Turza. Junto a características específicamente riojanas, se encuentran rasgos presentes en las diversas variedades dialectales hispanas: navarro, aragonés, asturleonés y mozárabe. Todo ello induce a pensar, como lo hicieron Menéndez Pidal (1950), Lapesa (1981), Alarcos (1982) y Alvar (1976, 1989) que, en realidad, se trata de un koiné lingüístico en el que se mezclan rasgos pertenecientes al castellano, riojano, aragonés, con algunos del navarro,[1] lo cual no resulta extraño si se tiene en cuenta que la zona de San Millán era una encrucijada de lenguas y culturas hispánicas, los repobladores cristianos procedían de lugares diversos y esto producía un constante reajuste lingüístico.
Curiosamente, las Glosas emilianenses también incluyen los textos más antiguos escritos en euskera que se conservan hoy día (si no contamos los restos epigráficos de época romana escritos en vascuence).

Primera gramática moderna europea
En 1492 (año de la llegada de los españoles a América, de la conquista de Granada y de la expulsión de los judíos), Antonio de Nebrija publicó en Salamanca su obra Grammatica, la primera gramática de la lengua castellana (y la primera de una lengua moderna europea). Es un hecho histórico que el nacimiento del Imperio Español está estrechamente ligado al nacimiento del idioma castellano español contemporáneo. Parece ser que cuando la reina Isabel la Católica, al ver la Grammatica que acababa de obsequiarle Nebrija, le preguntó "¿Para qué quiero una obra como ésta si ya conozco el idioma?". Él respondió: "Señora, la lengua es el instrumento del Imperio".
En un primer momento, los realistas no mostraron interés en difundir la lengua castellana en América y Filipinas y la evangelización se realizó en las lenguas nativas.
En el año 1713 se fundó la Real Academia Española para "fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza", con el lema de Limpia, fija y da esplendor.
La expansión del castellano
En 1790, España y Gran Bretaña firmaron la Convención de Nootka, por la que España renunció a cualquier derecho sobre un vasto territorio de América Septentrional constituido por Oregón, Washington, Idaho, Columbia Británica, Yukón y Alaska, impidiendo el avance del imperio español hacia el noroeste de América. Aún perduran algunos nombres geográficos en castellano. En el siglo XIX, Estados Unidos de América adquirió Louisiana a Francia y Florida a España y, por el Tratado de Guadalupe-Hidalgo, obtuvo de México los territorios que actualmente conforman Arizona, California, Colorado, Nevada, Nuevo México, Texas y Utah; así como parte de los actuales estados de Wyoming, Kansas y Oklahoma. De esta forma, el castellano pasó a ser una de las lenguas de Estados Unidos, aunque estas variedades primitivas sólo sobreviven a inicios del siglo XXI en la parroquia de Saint Bernard, en Louisiana, donde se habla el Dialecto canario; y en una franja que se extiende desde el norte de Nuevo México al sur de Colorado.
Por otra parte, desde el siglo XX, millones de hispanoamericanos han emigrado a Estados Unidos, con lo cual se han convertido en la minoría más numerosa del país: más de 41.300.000 personas, en 2004. El 1 de mayo de 2006, durante el Gran Paro Americano de inmigrantes ilegales, se entonó el Himno Nacional de los Estados Unidos en castellano, como una muestra de presencia en ese país de una minoría hispana que se está convirtiendo en una mayoría a pasos agigantados.
En Filipinas el castellano aún es hablado por unos tres millones de personas, en Brasil los hispanohablantes llegan al millón; mientras que en Canadá sumaban aproximadamente unos 350.000 en 2004 y en Marruecos llegaban a los 320.000. Éstos son los cinco países con concentraciones más importantes de hispanohablantes fuera de España e Hispanoamérica.
En Oceanía el castellano se habla en varias islas que están bajo la soberanía de Chile desde el siglo XIX, entre ellas Isla de Pascua, llegando a casi 4.000 la cantidad de personas que lo hablan. También es hablado en Australia, gracias a la colonia chilena que sobrepasa las 33.000 personas.

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