Literatura Española

Edublog de consulta y evaluación para los alumnos cursantes de la materia en la especialidad de Lengua y Literatura de la UPEL-IPB

domingo, 7 de marzo de 2010

La prosa renacentista: La Picaresca. Lázaro de Tormes "El Lazarillo"


La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades (más conocida como Lazarillo de Tormes) es una novela española anónima, escrita en primera persona y en estilo epistolar (como una sola y larga carta), cuya edición conocida más antigua data de 1554. En ella se cuenta de forma autobiográfica la vida de un niño, Lázaro de Tormes, en el siglo XVI, desde su nacimiento y mísera infancia hasta su matrimonio, ya en la edad adulta. Es considerada precursora de la novela picaresca por elementos como el realismo, la narración en primera persona, la estructura itinerante entre varios amos y la ideología moralizante y pesimista.

Lazarillo de Tormes es un esbozo irónico y despiadado de la sociedad del momento, de la que se muestran sus vicios y actitudes hipócritas, sobre todo las de los clérigos y religiosos. Hay diferentes hipótesis sobre su autoría. Probablemente el autor fue simpatizante de las ideas erasmistas. Esto motivó que la Inquisición la prohibiera y que, más tarde, permitiera su publicación, una vez expurgada. La obra no volvió a ser publicada íntegramente hasta el siglo XIX.

Se trata de una novela de autoformación, de estructura aparentemente simple, pero en realidad muy compleja; es una carta destinada a vuestra merced, tratamiento que implica alguien con superior condición social, y está motivada por "el caso", hecho del cual éste ha oído hablar, y cuya versión personal pide a Lázaro, parte implicada en él, le explique ("escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso"). Así que debe ser una especie de confesión y el personaje es un alto dignatario eclesiástico, quizá el Arzobispo de Toledo que ha oído los extraños rumores que circulan sobre la extraña conducta sexual del Arcipreste de San Salvador, como llegamos a saber al fin del libro, según los cuales éste estaría amancebado con la mujer de Lázaro.

La originalidad del libro sin embargo trastoca cualquier molde y crea un subgénero literario específico realista, la novela picaresca, mediante el recurso a la parodia de narraciones caballerescas idealizantes delRenacimiento: a las rimbombantes epopeyas de gestas guerreras y los libros de angélicos pastores y cortesanos enamorados se opone una epopeya del hambre, que mira solamente a cuanto hay por debajo del cuello de golilla y se preocupa solamente de la subsistencia, en línea con la tradición realista de la literatura española, revitalizada entonces por La Celestina y sus continuaciones.

La temática del Lazarillo de Tormes es moral: una crítica acerba, incluso una denuncia, del falso sentido del honor ("la negra que llaman honra") y de la hipocresía. La dignidad humana sale muy malparada de la sombría visión que ofrece el autor, nihilista y anticlerical. La vida es dura y, tal como aconseja el ciego a Lázaro en la obra, "más da el duro que el desnudo"; cada cual busca su aprovechamiento sin pensar en los otros, por lo que, como se dice al principio de la obra, arrimándose a los buenos "se será uno de ellos": esto es, para ser virtuoso hay que fingir ser virtuoso, no serlo. Sin duda alguna, se trata de la visión de unhumanista desencantado, acaso judeoconverso y erasmiano, a pesar de que Marcel Bataillon niega el influjo directo de Erasmo en la obra.

Como consecuencia, resultó la inclusión de esta obra en el Índice de libros prohibidos de la Inquisición, la cual permitió al cabo la circulación de una versión expurgada de los pasajes anticlericales. El Lazarillo fue, además, una obra muy traducida e imitada, y su influjo, profundo, marcó tanto la literatura española que podría decirse que sin ella no habrían podido escribirse ni Don Quijote de la Mancha ni la treintena de novelas picarescas españolas y extranjeras que se han conservado.

La obra está dividida en siete tratados y cuenta en primera persona la historia de Lázaro González Pérez, un niño de origen muy humilde; aunque sin honra, nació en un río de Salamanca, el Tormes, como el gran héroe Amadís; quedó huérfano de su padre, un molinero ladrón llamado Tomé González, y fue puesto al servicio de un ciego por su madre, Antona Pérez, una mujer amancebada con un negro, Zaide, que le da a Lazarillo un bonito hermanastro mulato.

Entre "fortunas y adversidades", Lázaro evoluciona desde su ingenuidad inicial hasta desarrollar un instinto de supervivencia. Es despertado a la maldad del mundo por la cornada de un toro de piedra, embuste con el que el ciego le saca de su simpleza; después rivaliza en astucia con él en diversos célebres episodios como el de las uvas o el jarro de vino (un modelo de narración clásica) hasta que se venga devolviéndole la cornada de piedra con otro embuste, que le vale al cruel ciego descalabrarse contra un pilar.

Pasa luego a servir a un tacaño clérigo de Maqueda que lo mata de hambre, y al que sisa algo de pan de un arca que tiene; el clérigo lo confunde a oscuras (en su boca silba accidentalmente la llave del arca, escondida mientras duerme) y, tomándolo por culebra, descubre el engaño, le da una tremenda paliza y lo despide.

Después entra a servir a un hidalgo arruinado cuyo único tesoro son sus recuerdos de hidalguía y de dignidad; Lazarillo simpatiza con él, ya que aunque no tiene nada que darle, por lo menos le trata bien... si bien recurre a esa simpatía que despierta para conseguir que le dé parte de los mendrugos que consigue el muchacho al pedir limosna, ya que él no posee la dignidad de la hidalguía. El patético escudero termina por abandonar la ciudad y Lazarillo se encuentra de nuevo solo en el mundo.

Más adelante sirve Lázaro a un sospechoso fraile mercedario, tan amante del mundo que apenas para en su convento y le hace reventar los zapatos (alusión a las reformas monásticas por entonces de moda, en el sentido de "descalzar" o hacer más rigurosos los estatutos del clero regular, o quizás alusión a actividades sexuales hetero u homoeróticas).14

El tratado quinto es más extenso: narra una estafa realizada por parte de un vendedor de bulas o buldero (una bula era un documento eclesiástico que certificaba, a cambio de una suma, la exención de cierta cantidad de años de purgatorio). Lazarillo sirve al buldero y asiste como espectador, sin opinar, al desarrollo del timo, en el cual finge el buldero que alguien que piensa que las bulas no sirven para nada está poseso por el diablo, cuando en realidad está compinchado o conchabado con él; esto se descubre a posteriori, con una hábil técnica de suspensión. También este tratado sufrió la poda de la censura.

Los restantes y breves tratados narran cómo Lázaro se asienta con otros amos, un capellán, un maestro de hacer panderos y un alguacil y se hace aguador. Por último consigue el cargo de pregonero gracias al arcipreste de la iglesia toledana de San Salvador, quien además le ofrece una casa y la oportunidad de casarse con una de sus criadas, con la finalidad de disipar los rumores que se ciernen sobre él, ya que era acusado de mantener una relación con su criada. Sin embargo, tras la boda los rumores no desaparecen y Lázaro comienza a ser objeto de burla por parte del pueblo. Lázaro sufre la infidelidad con paciencia, después de toda una vida de ver qué es el honor y la hipocresía que encubre la dignidad realmente, ya que eso al menos le permite vivir, y con ello termina la carta, un cínico alegato autojustificativo que ridiculiza la literatura idealista del momento. Lázaro afirma que ha alcanzado la felicidad, pero para ello ha debido perder su honra, pues los rumores afirman que su mujer es la amante del arcipreste. Para mantener su posición, Lázaro hace oídos sordos a dichos rumores.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Material de Apoyo para la Sesión de Literatura Comparada sobre Mística Española



Para la evaluación de la sesión de Literatura Comparada acerca de la mística española, se presentan a continuación los materiales de apoyo sugeridos para cada actividad:

EQUIPO

METODOLOGÍA

ACTIVIDAD

1

Precisar la dimensión extraliteraria de una relación de hecho entre dos obras de diferentes literaturas

Para ello, el equipo deberá hacer la lectura del Camino de la Perfección de Santa Teresa de Jesús y establecer su relación entre ésta y un poeta ascético de libre selección

Materiales:

2

Confrontar los textos para percibir en su estilo, composición y otros aspectos discursivos, semejanzas y diferencias significativas.

Revisar la métrica y estilística de los poetas místicos y ascéticos y realizar un cuadro comparativo con la confrontación definida en la metodología expuesta.

Materiales:

3

Establecer la relación directa genética entre dos o más miembros de la comparación.

En cuadro comparativo, precisar la relación exigida entre el film Teresa, el cuerpo de Cristo y el arte medieval: arquitectura románica, arquitectura gótica, pintura medieval (especial atención al caso español y a la obra de El Bosco).

Materiales:

  • Arquitectura Gótica
  • Arquitectura Románica Española
(ver columna izquierda de este Blog)

4

Describir la analogía de contextos desde el punto de vista de los autores de las obras puestas en relación

Revisar las Poesías de Santa Teresa de Jesús, indagar sobre el contexto histórico y compararla con el caso Sor Juana Inés de la Cruz y su influencia en el Barroco latinoamericano.

Materiales:

Renacimiento en España. Literatura Religiosa Mística y Ascética












La mística española se desarrolló principalmente en Castilla, Andalucía y Cataluña. Brota fuertemente en el siglo XVI a causa de la tensión existente con el Protestantismo. Existen los precedentes medievales de Raimundo Lulio, que marca fuertemente la tradición española con el contacto de la cultura árabe y la mística sufí, y con la tradición semítica de la Cábala (en España se compiló su libro más importante, el Zohar, y muchos escritores sefardíes emigrados ampliaron las enseñanzas cabalísticas, como por ejemplo Moisés Cordovero o Isaac Luria). Se trata, además, cronológicamente, de una de las últimas místicas aparecidas y en cierto modo representa la culminación de la tradición mística cristiana.

La característica más acusada de la mística española es su carácter ecléctico, armonizador entre tendencias extremas; un ejemplo, podemos encontrar en San Juan de la Cruz al demonio nombrado en árabe Aminadabo un mismo verso repetido al estilo de la poesía árabe. Un segundo rasgo es que en la literatura religiosa hispana predomina lo ascético sobre lo místico. El tercero sería su gran elaboración formal: presenta un excelente estilo literario, de forma que muchas de sus obras se cuentan como obras maestras de la literatura en lengua española.

Vivo sin vivir en mí

y tan alta vida espero

que muero porque no muero.

Tema de atribución discutida, usado por Santa Teresa de Jesús y con alguna variación (y de tal manera espero) por San Juan de la Cruz.

Como corriente literaria, utiliza la creación de obras escritas como medio para expresar la religiosidad y lo que supone para sus autores la unión del alma con Dios, reservada a muy pocos elegidos.

Vías purgativa, iluminativa y unitiva

Para la unión del alma con Dios se establecía el seguimiento de tres vías, procedimientos, pasos o fases, según el Tratado espiritual de las tres vías, purgativa, iluminativa y unitiva de Bernardo Fontova (Valencia, 1390-1460),cartujo en Vall de Crist; y que repetiría Juan de Palafox y Mendoza, obispo de Puebla, en Varón de deseos en que se declaran las tres vías de la vida espiritual, purgativa, iluminativa y unitiva (1642):[4]

Vía purgativa: el alma se purifica de sus vicios y sus pecados mediante la penitencia y la oración. Las atracciones por sí mismas no tienen por qué ser malas pero sí lo es el apego o gusto que provocan en la memoria, porque la impide orientarse plenamente hacia Dios. La privación corporal y la oración son los principales medios purgativos.

Vía iluminativa: una vez purificada, el alma se ilumina al someterse total, única y completamente a la voluntad de Dios. El alma se halla ya limpia y en un desamparo y angustia interior inmensos, arrojada a lo que es por sí sola sin el contacto de Dios. El demonio tienta entonces y el alma debe soportar todo tipo de tentaciones y seguir la luz de la fe confiando en ella y sin engañarse mediante una continua introspección en busca de Dios. Pero ha de ser humilde, ya que si Dios no quiere, es imposible la unión mística, pues la decisión corresponde a Él.

Vía unitiva: el alma se une a Dios, produciéndose el éxtasis que anula los sentidos. A este punto sólo pueden llegar los elegidos y es muy difícil describirlo con palabras porque el pobre instrumento de la lengua humana, ni siquiera en forma poética, puede describir una experiencia tan intensa: se trata de una experiencia inefable. El hecho de haber alcanzado la vía unitiva puede manifestarse con los llamados estigmas o llagas sagradas (las heridas que sufrió Cristo en la cruz), con fenómenos de levitación del santo y con episodios de bilocación (es decir, encontrarse en varios lugares al mismo tiempo). El santo, porque ya lo es al sufrir este tipo de unión, no puede describir sino sólo aproximadamente lo que le ha pasado.

Periodos

Pedro Sainz Rodríguez señala cuatro periodos en la historia de la mística española:

Período de importación e iniciación, que comprende desde los orígenes medievales hasta 1500, durante el cual se traducen y difunden las obras de la mística extranjera.

Período de asimilación(1500-1560) en el que las doctrinas importadas son por primera vez expuestas a la española por los escritores que son precursores (fray Hernando de Talavera, fray Alonso de Madrid, fray Francisco de Osuna, fray Bernardino de Laredo, San Juan de Ávila, la sordomuda Teresa de Cartagena y otros).

Período de plenitud y de intensa producción nacional (1560-1600, reinado de Felipe II: fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús).

Período de decadencia o compilación doctrinal, prolongado hasta mediados del siglo XVII, representado por autores como Miguel de Molinos y también por otros autores que no son creadores originales, sino retóricos del misticismo que se ocupan de ordenar y sistematizar la doctrina del período anterior.

Escuelas

Marcelino Menéndez Pelayo hizo una clasificación por escuelas según las órdenes religiosas de los místicos:

Ascetas dominicos, cuyo prototipo es Fray Luis de Granada.

Ascetas y místicos franciscanos (San Pedro de Alcántara, Fray Juan de los Ángeles, Fray Diego de Estella, Venerable Madre Juana de la Cruz, etc.).

Místicos carmelitas (San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, etc.), con sus propios eremitorios, como el del Desierto de Bolarque.

Ascetas y místicos agustinos (Fray Luis de León, Pedro Malón de Chaide, etc.

Ascéticos y místicos jesuitas (San Francisco de Borja, Juan Eusebio Nieremberg, y otros).

Clérigos seculares y laicos (Juan de Valdés, Miguel de Molinos), que son místicos heterodoxos.

Esta clasificación, en la que cada orden religiosa posee su propia tradición teológica y doctrinal, se puede simplificar aun más en tres corrientes:

Afectiva (predomina lo sentimental sobre lo intelectual), que tiene siempre presente el Cristocentrismo o la imitación de Cristo hombre como vía por donde el cristiano puede llegar a la divinidad (franciscanos y agustinos).

Intelectualista o escolástica, que busca el conocimiento de Dios mismo por la elaboración de una doctrina metafísica (dominicos y jesuitas).

Ecléctica o genuinamente española, representada por la mística carmelita.

Helmut Hatzfeld ha elaborado una clasificación de las teorías de interpretación de la mística española muy influyente; en la que son cinco las escuelas principales:

Escuela histórica, propuesta por Jean Baruzzi, en un estudio francés sobre San Juan de la Cruz: sostiene la originalidad de los místicos españoles que descubren sus símbolos decisivos independientemente de las condiciones históricas.

Escuela Sintética, cuyo teorizador principal es Gastón Etchegoyena través de un estudio francés sobre Santa Teresa; supone que la mística española puede explicarse y entenderse como una fusión sintética de diferentes formas más antiguas, todas exclusivamente occidentales.

Escuela Secular, obra de Dámaso Alonso; según ella numerosos elementos simbólicos o de los místicos españoles derivan de la poesía profana, popular o culta, sobre todo de la poesía de Garcilaso(a través de las versiones a lo divino de sus poemas que hizo Sebastián de Córdoba), el Romancero, la lírica popular y la lírica cancioneril.

Escuela Arabista, integrada por Julián Ribera y sobre todo por Miguel Asín Palacios, que contempla afinidades entre los escritos de San Juan de la Cruz y los del místico mahometano Abenarabí, de la primera mitad del siglo XIII; por otra parte, nadie ha podido negar la influencia del misticismo musulmán en el catalán Raimundo Lulio.

Escuela Germánica, que alega que el influjo mayor recibido por los místicos españoles proviene de los místicos flamencos y alemanes como Meister Eckart, o el flamenco Jan van Ruysbroeck, o Thomas de Kempis.

Hatzfeld se inclina por considerar que tanto Oriente como Occidente han contribuido a la formación del lenguaje de los místicos españoles.

La mística española cuenta con figuras señeras en el Siglo de Oro y sobre todo en Castilla, como Bernardino de Laredo, Francisco de Osuna; Santa Teresa de Jesús compuso importantes obras místicas en prosa, como Las moradas y Camino de perfección; a San Juan de Ávila se le debe tal vez el famoso soneto místico "No me mueve mi Dios para quererte", y San Juan de la Cruz compuso con sus experiencias místicas unos poemas que son quizá la cumbre de la lírica española de todos los tiempos, el Cántico espiritual y la Noche oscura del alma, comentados por él mismo en prosa, entre otros varios poemas no menos importantes. Destacan también otros místicos, como Santo Tomás de Villanueva, San Juan Bautista de la Concepción, Cristóbal de Fonseca, el beato Alonso de Orozco, fray Pedro Malón de Chaide, fray Luis de Granada o fray Juan de los Ángeles. En el País Vasco destaca la figura de San Ignacio de Loyola. En Cataluña fue importante en la Edad Media Ramón Llull, también conocido como Raimundo Lulio, cuyo Libro del amigo y el amado es el principal testimonio de la literatura mística en catalán. Tras el Siglo de Oro, la mística española entró en decadencia.

Escuela ascética española es la escuela de ascetismo que se desarrolló a lo largo de la historia del cristianismo en España, fundamentalmente desde la Baja Edad Media y hasta el siglo XVII. La íntima relación entre ascetismo y misticismo, a pesar de su diferencia conceptual (ascética es el intento de llegar a Dios por diferentes vías, especialmente la oración y la penitencia mediante una vida austera y la privación de la satisfacción de las necesidades corporales, mientras mística es la consecución de la unión con Dios); hace que buena parte de los personajes que la componen se denominen místicos españoles y que tanto en su aspecto de corriente religiosa como en su aspecto de escuela o movimiento literario se les identifique también como mística española.

Ha habido distintas doctrinas ascéticas según la orden religiosa que la inspirara: una ascética franciscana, otra carmelitana, otra dominica, otra Agustina, otra cartuja (Bernardo Fontova), otra jesuita (inaugurada por los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola), etc. Grandes ascéticos españoles han sido San Juan de Ávila, Fray Luis de Granada, Fray Francisco de Osuna, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Fray Pedro Malón de Chaide, Fray Antonio de Molina, etc.

La mística literaria española cuenta con figuras señeras en los siglos de Oro (de mediados del XVI a mediados del XVII), pues desde finales del siglo XVII la mística española entró en decadencia. Previamente había destacado la figura del beato mallorquín Ramon Llull (Raimundo Lulio), cuyo Libro del amigo y el amado es el principal testimonio de la literatura mística en catalán. Ya en el periodo señalado, la literatura ascética y mística floreció sobre todo en la Corona de Castilla, representada por autores como Fray Bernardino de Laredo, Fray Francisco de Osuna, Santo Tomás de Villanueva, San Juan Bautista de la Concepción, Cristóbal de Fonseca, el beato Alonso de Orozco, o fray Juan de los Ángeles. A San Juan de Ávila se le debe tal vez el famoso soneto místico No me mueve mi Dios para quererte.

No me tienes que dar porque te quiera,

pues aunque lo que espero no esperara,

lo mismo que te quiero te quisiera.

A Fray Luis de León, además de poesías sublimes, el tratado en prosa De los nombres de Cristo:

Consiste, pues, la perfección de las cosas en que cada uno de nosotros sea un mundo perfecto... Lo cual es avecinarse la criatura a Dios, de quien mana...[1]

puesto el atento oído

al son dulce, acordado,

del plectro sabiamente meneado.

Entre la numerosísima producción de la época, tanto la crítica literaria como la bibliografía religiosa suelen señalar como las cumbres de la literatura mística española a los dos santos carmelitas: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.

Teresa de Cepeda, la santa abulense, además de importantes obras místicas en prosa, como Las moradas y Camino de perfección, compuso inspirados poemas aislados:

Vivo sin vivir en mí

y tan alta vida espero

que muero porque no muero.

Tema de atribución discutida, usado por Santa Teresa de Jesús y con alguna variación (y de tal manera espero) por San Juan de la Cruz.

Quien a Dios tiene

nada le falta

solo Dios, basta.

Juan de Yepes, el santo de Fontiveros, compuso con sus experiencias místicas el Cántico espiritual y la Noche oscura del alma, comentados por él mismo en prosa, además de otros poemas no menos importantes:

Tras de un amoroso lance,

y no de esperanza falto,

volé tan alto, tan alto,

que le di a la caza alcance.

¡Oh llama de amor viva

que tiernamente hieres

de mi alma en el más profundo centro!

La poesía religiosa o a lo divino se hizo tan popular en la época que circulaba casi tan ampliamente como la lírica popular, e incluso, como ésta, era en algunas ocasiones reelaborada por varias manos hasta convertirse en creaciones cuya confusa autoría es en realidad más colectiva que individual. Literariamente, incluso personalidades tan alejadas del ascetismo por su trayectoria vital como Lope de Vega, se dedicaron a ella. En un famoso soneto consiguió expresar de una manera tan profunda el sentimiento religioso del anhelo de la unión con Dios, no logrado por la propia resistencia, que se suele proponer como ejemplo de poesía ascética:

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?

¿Qué interés se te sigue, Jesús mío

que a mi puerta, cubierta de rocío

pasas las noches del invierno obscuras?

Oh, cuánto fueron mis entrañas duras

pues no te abrí...

...

Cuántas veces el ángel me decía:

"Alma, asómate agora a la ventana

verás con cuánto amor llamar porfía";

Y cuántas, hermosura soberana,

"Mañana le abriremos", respondía,

para lo mismo responder mañana.

El ascetismo ha sido uno de los rasgos definitorios del estereotipo nacional español, tanto en su visión negativa (leyenda negra española) como en su visión positiva (Ser de España), y lo mismo puede decirse de la literatura española.

jueves, 21 de enero de 2010

Tragicomedia de Calixto y Melibea: La Celestina de Fernando de Rojas


La Celestina es el nombre con el que se conoce desde el siglo XVI a la obra titulada primero Comedia de Calisto y Melibea y después Tragicomedia de Calisto y Melibea, atribuida casi en su totalidad al bachiller Fernando de Rojas. Es una obra de transición entre la Edad Media y el Renacimiento escrita durante el reinado de los Reyes Católicos y cuya primera edición conocida data de 1499. Constituye una de las bases sobre las que se cimentó el nacimiento de la novela y el teatro modernos.

Existen dos versiones de la obra: la Comedia (1499, 16 actos) y la Tragicomedia (1502, 21 actos). La crítica tradicional ha debatido profusamente el género de La Celestina, dudando si clasificarla como obra dramática o como novela. La crítica actual coincide en señalar su carácter de obra híbrida y su concepción como diálogo puro, quizá para ser recitado por un solo lector impostando las voces de los distintos personajes ante un auditorio poco numeroso. Sus logros estéticos y artísticos, la caracterización psicológica de los personajes —especialmente la tercera, Celestina, cuyo antecedente original se encuentra en Ovidio—, la novedad artística con respecto a la comedia humanística, en la que parece inspirarse, y la falta de antecedentes y de continuadores a su altura en la literatura occidental, han hecho de La Celestina una de las obras cumbre de la literatura española y universal.

Aunque el autor es Fernando de Rojas, existe cierta controversia en este punto, en parte inducida por el mismo autor. La obra no va firmada y Fernando de Rojas es el nombre que encontramos en el acróstico de los versos preliminares a la obra, a los que acompaña la carta donde se dice que hacia 1497 encontró el primer acto y el comienzo del segundo mientras estudiaba leyes en Salamanca y, al haberle gustado mucho y no conocer el final de la historia, añadió quince más hasta concluirla (se refiere, claro está, a la primera versión, la Comedia). El primer problema de autoría sería, siguiendo a Rojas, el de encontrar al autor de ese primer acto; se cree que dicho primer acto es un manuscrito que se ha hallado en el Palacio Real y que se denomina Celestina de Palacio. El continuador afirma que algunos atribuían este primer acto a Juan de Mena y otros a Rodrigo de Cota.

Estas atribuciones probables que hace Fernando de Rojas son problemáticas. Mena fue descartado por la crítica casi de inmediato, porque su fama en Salamanca habría sacado a la luz esa autoría de inmediato, lo cual indica que puede ser un recurso de Rojas para llamar la atención sobre la obra usando un nombre de prestigio. Al descubrirse unos escritos de Mena en prosa latinizante, se quiso volver sobre esta pista, que no parece probable.

Algo más creíble es la posibilidad de Rodrigo de Cota y se han visto conexiones entre La Celestina y su Diálogo entre el Amor y un Viejo si bien el tema amoroso se trata en ambas obras de forma muy distinta. En todo caso, la posibilidad no pasa de ahí, pues nada la fundamenta.

El problema llegó a ser más grave, pues en el siglo XIX llegó a negarse la existencia de Rojas, queriendo buscar otras atribuciones, pero autores de principios del siglo XX (Serrano y Sanz en 1902 y Del Valle Lersundi en 1929) demostraron que se trataba de una persona real, presentando documentos que demostraban su existencia y su autoría.

Menéndez Pelayo tomó algunas de estas dudas (entre los que las planteaban había gente de la talla de Leandro Fernández de Moratín o Blanco White) y descreyó de las afirmaciones de Rojas, pensando que serían fruto de la timidez o de un tópico literario convencional que acaso encubriría la necesidad de separarse de una obra algo licenciosa compuesta en su juventud, barajando también la posibilidad de que fuese un judío converso, que temería a la Inquisición; para ello se basó en la unidad de estilo, lo que justificaba la existencia de un único autor. Otros, que consideran que ese primer acto sería de verdad anónimo y todo lo demás de Fernando de Rojas, prueban su afirmación alegando diferencias en las fuentes, en las estructuras sintácticas y en los rasgos de estilo de ambos textos. Sin embargo, otra autoridad, cual es Alan D. Deyermond, se inclina por pensar que esas diferencias, realmente existentes, serían fruto del paso del tiempo. Pero aún hay opiniones más diversas, pues hay quienes creen que Rojas es autor solamente de los 5 actos añadidos en la Tragicomedia, el llamado Tratado de Centurio, o incluso al revés, el Tratado de Centurio sería fruto de una composición colectiva por parte de una reunión de humanistas amigos.

Estos problemas de atribución han llegado también a los textos que acompañan la obra (carta, prólogo o íncipit, versos acrósticos y argumentos). La carta, el prólogo y los versos acrósticos se atribuyen, por lo general, al humanista Alonso de Proaza, si bien María Rosa Lida piensa que son de Rojas.

La obra comienza cuando Calisto ve casualmente a Melibea en el huerto de su casa, donde ha entrado a buscar un halcón suyo, pidiéndole su amor. Esta lo rechaza, pero ya es tarde, ha caído violentamente enamorado de Melibea.

Por consejo de su criado Sempronio, Calisto recurre a una vieja prostituta y ahora alcahueta profesional llamada Celestina quien, haciéndose pasar por vendedora de artículos diversos, puede entrar en las casas y de esa manera puede actuar de casamentera o concertar citas de amantes; Celestina también regenta un prostíbulo con dos pupilas, Areúsa y Elicia.

El otro criado de Calisto, Pármeno, cuya madre fue maestra de Celestina, intenta disuadirlo, pero termina despreciado por su señor, al que sólo le importa satisfacer sus deseos, y se une a Sempronio y Celestina para explotar la pasión de Calisto y repartirse los regalos y recompensas que produzca.

Mediante sus habilidades dialécticas y la promesa de conseguir el favor de alguna de sus pupilas, Celestina se atrae la voluntad de Pármeno; y mediante la magia de un conjuro a Plutón, unido a sus habilidades dialécticas, logra asimismo que Melibea se enamore de Calisto. Como premio Celestina recibe una cadena de oro, que será objeto de discordia, pues la codicia la lleva a negarse a compartirla con los criados de Calisto; éstos terminan asesinándola, por lo cual se van presos y son ajusticiados.

Las prostitutas Elicia y Areúsa, que han perdido a Celestina y a sus amantes, traman que el fanfarrón Centurio asesine a Calisto, pero este en realidad solo armará un alboroto. Mientras, Calisto y Melibea gozan de su amor, pero al oír la agitación en la calle y creyendo que sus criados están en peligro, Calisto salta el muro de la casa de su amada, cae y se mata. Desesperada Melibea, se suicida y la obra termina con el llanto de Pleberio, padre de Melibea, quien lamenta la muerte de su hija.


El Mester de Clerecía: Gonzalo de Berceo y el Arcipreste de Hita





Frente al mester de juglaría caracterizado por su contenido popular y la irregularidad métrica, surge en el siglo XIII una nueva escuela narrativa de carácter erudito : el mester de clerecía , cultivado por clérigos, aunque entendiendo siempre por tales no sólo a quienes lo eran propiamente, sino también - según la conocida definición- a todo hombre culto y letrado, que poseyera la educación latino-eclesiástica.

Los caballeros, lo mismo que los reyes, vivían entregados casi exclusivamente a los negocios de la política y al oficio de las armas, y con frecuencia desconocían hasta los rudimentos de la escritura ; durante la Alta Edad Media, sobre todo, fueron numerosos los monarcas que no supieron firmar. El "pueblo" por su parte, entendiendo como tal incluso, en su más amplio sentido a la clase media o burguesa, tardaría aún largo tiempo en incorporarse al mundo de la cultura literaria con el nacimiento y desarrollo de las ciudades.
El saber se refugia, pues, en los monasterios y durante siglos es patrimonio esencial de los clérigos, de donde nace la atribución de este carácter a quienes se entregan al estudio, aunque no fuese aquélla su condición real : clerecía y saber se hacen sinónimos .

Estos "clérigos" letrados habían escrito hasta entonces sus obras en latín, pero debido al uso creciente de la lengua romance, y, por tanto, al hecho de que cada día iba siendo menor el número de los que podían entender el idioma clásico, acabaron por descender al cultivo de la lengua popular con el propósito de difundir entre las gentes el saber que atesoraban en sus bibliotecas :

Quiero fer una prosa en román paladino
en el qual suele el pueblo fablar a su vecino ...

dice Gonzalo de Berceo en el comienzo de la Vida de Santo Domingo de Silos .
El mester de clerecía no desplazó, sino que coexistió con el de juglaría y con las diversas formas y escuelas líricas, pero sin llegar a confundirse jamás con ellas. Mantuvo siempre su carácter peculiar y no fue nunca ni la poesía del pueblo ni de la clase militar, y mucho menos - como tantas veces la lírica -, mera letra de canciones para las fiestas y diversiones de la multitud.
La separación entre uno y otro mester - el de juglaría y el de clerecía - no siempre es tan radical como podría parecer a primera vista. Por lo pronto emplean ya el mismo idioma y se dirigen a un mismo tipo de público. Además no es infrecuente que los clérigos extraigan temas de la cantera popular o de la tradición épica, al menos como elementos accesorios.

Los rasgos esenciales que definen el mester de clerecía pueden resumirse en los siguientes :

  • Todos los poemas de este mester están escritos en estrofas de cuatro versos alejandrinos (de catorce sílabas, divididos por una cesura en dos hemistiquios de siete) con una sola rima consonante (= tetrástrofo monorrimo o cuaderna vía ) A diferencia de la habitual irregularidad métrica de las gestas, los poetas de clerecía respetan, con tenaz consonancia, su riguroso canon métrico - diversas imperfecciones en la medida de los versos se pueden atribuir a errores de los copistas.
  • El lenguaje del mester de clerecía pretende ser mucho más cuidado y selecto que el de juglaría, lo cual es expresado en la segunda estrofa de Libro de Alexandre (primera mitad del siglo XIII), un poema que consta de 10000 versos:

    Mester traigo fermoso, non es de joglaría,
    mester es sin pecado, ca es de clerezía;
    fablar curso rimado por la cuaderna vía,
    a sílabas contadas, ca es grant maestría.

  • La característica fundamental del mester de clerecía radica en su temática. Con excepción de Berceo, ninguna obra del mester de clerecía, abarca temas religiosos. Las obras del mester de clerecía tratan de tomar materias del saber escrito, al que no se tenía acceso sin una dedicación estudiosa.
  • A parte de esto hay que destacar la acusada tendencia de los poetas de entonces por basarse en fuentes escritas. Frente al poema épico, que se inspira en hechos históricos, en general, coetáneos, los autores del mester de clerecía parten de fuentes escritas, de donde extraen los temas. Con frecuencia apelan al testimonio del libro como prueba máxima de veracidad y autoridad. Las fuentes que utilizan son, en primer lugar, la Biblia, traducida tempranamente al romance ; también son importantes las fuentes latinas, al igual que fuentes francesas, fruto de las relaciones múltiples entre los dos países.

Gonzalo de Berceo (ca. 1195 - 1264)

De Berceo, primer poeta castellano de nombre conocido y el más genuino representante del mester de clerecía, se sabe bastante, aunque si se compara con otros poetas contemporáneos o aun posteriores puede parecer francamente poco.

Berceo mismo, como otros escritores antiguos, se nombra en sus composiciones y nos proporciona algunos datos sobre su persona. Esta mención del nombre la justifica, aduciendo que su intención es lograr mediante las oraciones de oyentes y lectores el perdón de sus pecados y éste es también el motivo citado en ciertos pasajes donde alude a la virgen : "Nuestra Señora".

Sabemos además que nació hacia finales del siglo XII en el pueblo de Berceo, perteneciente a la diócesis de Calahorra, en la Rioja. Se educó en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla; monasterio de cierta relevancia en aquella época, al que estuvo ligado no se sabe exactamente si como sacerdote, simple monje o clérigo secular:

Gonzalo fue so nomne qui fizo est tractado
en Sant Millán de suso fue ninnez criado,
natural de Berço, ond Sant Millán fue nado...
Yo Gonzalo por nomne, clamado de Berceo,
de Sant Millán criado en la merçed seo...

El título de maestro que se da en varias obras podría ser un título universitario, otorgado por la universidad de Palencia, donde se habría formado entre 1223 y 1236.

Frecuentemente se le ha calificado de poeta simple e ingenuo, que no aporta nada original, sino que repite lugares comunes de la tradición literaria y religiosa imperante en la época. Sin embargo, el estudio detallado de su obra nos revela un autor que maneja con maestría la nueva forma poética -la cuaderna vía-. La creación poética de Berceo es, sin embargo, de clara orientación popular. Berceo es un autor que divulga y explica, con clara intencionalidad catequística o propagandística. Berceo se aparta de los manuales de teología de la época -muy teóricos y difíciles de comprender para el pueblo llano- y nos presenta una teología básicamente existencial, de utilidad para el hombre medieval.

Gonzalo de Berceo debió de morir bastante mayor; diversas escrituras notariales mencionan que vivía aun en 1264. Pero a pesar de esto, poco más es lo que se conoce de su vida, que debió de transcurrir plácidamente entre gentes sencillas, entregada a sus deberes religiosos y a componer sus obras.

Los Milagros de Nuestra Señora constituyen la más importante y extensa obra de Berceo, y se compone de veinticinco narraciones precedidas de una introducción alegórica. Se trata de otros tantos milagros que realiza la Virgen en favor de sus devotos para salvar su alma o protegerles de algún mal. Un ladrón devoto de la Virgen va a ser ahorcado, pero la Virgen coloca las manos entre el cuello y la soga y le salva de la muerte ; un monje se ahoga en un torrente al regresar de una aventura pecaminosa, pero la Virgen le resucita para que pueda hacer penitencia y salvar su alma ; un clérigo ignorante es acusado de no saber otra misa que la de la Virgen y se le retiran las licencias, pero acude en demanda de consejo a María, que se le aparece - indignada - al obispo y le ordena que permita al clérigo celebrar su misa como tenía por costumbre. Teófilo, especie de fausto medieval, vende su alma al diablo movido de la codicia, pero se a rrepiente luego y la Virgen rescata el documento de venta ; en un pleito de dinero el Niño Jesús, que la virgen sostiene en sus brazos, habla en defensa del acreedor que la había puesto como testigo de su préstamo. Un clérigo y un lego tratan de robar una iglesia, pero al intentar el clérigo despojar a la Virgen de su manto, se le quedan adheridas a él sus manos, que ya no le son posibles despegar, prodigio que le vale el perdón de la justicia - al ser luego apresado -, pues en él se reconoce la protección que la Virgen quería dispensar al pecador, etc.

Juan Ruiz, conocido como el Arcipreste de Hita, fue un poeta castellano que vivió en la primera mitad del siglo XIV. Es autor de una de las obras literarias más importantes de la Edad Media española: el Libro de buen amor.

Fue clérigo y ejerció de arcipreste en Hita, provincia de Guadalajara. Se conocen muy pocos datos de su biografía, apenas su nombre y el de uno de los protagonistas de su libro, Ferrán García, en un documento de un cedulario que se conserva en la catedral de Toledo. Los aspectos pseudobiográficos de su obra hicieron que algunos eruditos tratasen de deducir ciertos aspectos de la vida del autor: su nacimiento en alguna "Alcalá" (ver fragmento sobre la controversia de su origen) hacia 1283, sus estudios en Toledo, su encarcelamiento por orden de Don Gil de Albornoz, Arzobispo de Toledo, etc. Posteriormente, especialistas como Spitzer, M.R. Lida y Battaglia han cuestionado el rigor de estos supuestos. Igualmente fue un gran aficionado a la música, como lo prueba su conocimiento de la materia a través del léxico muy especializado que maneja.

Escribió que sepamos una única obra, el Libro de buen amor, este título según cuentan las fuentes lo escribió en la cárcel. Este título pasó a la historia de la literatura española como uno de sus primeros exponentes. Este libro encierra una protesta de tipo goliardesco frente a la postura integrista de ese prelado, que pretendía extender a su diócesis la doctrina papal del celibato obligatorio, frente a la tradición hispánica de la barraganía o contrato de convivencia de un sacerdote con una mujer, más asentada en un territorio multicultural como era la diócesis de Toledo, antaño fuente de la herejía del adopcionismo de Elipando, engendrada por la convivencia entre judíos, moros y cristianos. Así se expresa en la "Cántiga de los clérigos de Talavera" incluida en dicho libro, donde se protesta airadamente contra las disposiciones del arzobispo contra la barraganía en la archidiócesis. Tal protesta fue la que pudo acarrearle la prisión por parte del arzobispo. Esta postura crítica hacia el alto clero, así como el restante contenido desenfadado y crítico de su libro, le emparenta con la literatura goliardesca.

Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, se considera como el primer poeta lírico español, con una manifiesta y vasta cultura, con un lenguaje rico, que gusta de acumular sinónimos parciales y repetir el mismo concepto de distintas maneras, recursos que se relacionan con la técnica del sermón. Su lenguaje es popular y coloquial, muy vivo y creador, e incluye frases hechas del árabe andalusí de su día. Al final de su libro declaró que cualquiera podía añadir o corregirlo con la única condición de que supiera hacerlo bien, actitud abierta que se enfrenta a la de otros escritores contemporáneos que pretendían conservar su obra sin mácula, como por ejemplo Don Juan Manuel. Por otra parte, su obra demuestra un profundo conocimiento de las pasiones humanas y se caracteriza por un portentoso balance entre la delicadeza y la desvergüenza, logrado por medio de una inteligencia muy fina, ambigua e irónica, pese a lo cual la obra posee brío y audacia. Por otra parte, ofrece una panorámica social muy completa de los comienzos del siglo XIV que refleja las tensiones sociales entre la naciente burguesía y los estamentos privilegiados (clero y nobleza) de la sociedad (sátira "De la propiedad que el dinero ha", donde es perceptible el papel del dinero como destructor del rígido orden estamental). Se ha estimado que su muerte ocurrió alrededor de 1350, pues en 1351 ya no era arcipreste de Hita, cargo que para dicha fecha ocupaba un tal Pedro Fernández.

Su obra refleja el multiculturalismo del Toledo de su época. Entre las varias mujeres a las que intenta enamorar (el único caso cuando logra tener relaciones carnales es cuando se deja violar por la Serrana 'La Chata') hay una mora, y se jacta de su talento como músico, que compone bailables para gente mora y judía. También durante la batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma viaja a la aljama de Toledo, dónde los carniceros y rabinos lo invitan a pasar un "buen día." Entre las múltiples influencias literarias que se encuentran en los versos del Arcipreste se nombra el género de narrativa en prosa rimada, la macama, cultivada por varios autores peninsulares en árabe y hebreo durante los siglos XII-XIV.

Del Libro de buen amor existen tres códices: el de Salamanca o S, hoy en la Real Biblioteca, y considerado el mejor de este prodigioso poema. Los otros dos códices son el de la Real Academia Española, conocido como códice de Gayoso o G, y el de Toledo o T. El poema consta de 1.728 estrofas y es una colección heterogénea de diversos materiales unidos en torno a una pretendida autobiografía amorosa del propio autor, en la que aparecen representadas a través de sus amantes todas las capas de la sociedad medieval española. Así, se recogen composiciones líricas profanas (serranillas, muchas veces paródicas) al lado de otras religiosas, fábulas, apólogos, glosas al Ars amandi de Ovidio y del Panphilus de amore, parodias de la liturgia de las horas canónicas o de los cantares de gesta (el combate de don Carnal con doña Cuaresma), plantos como el hecho a la muerte de Trotaconventos, personaje que constituye el precedente más claro de La Celestina, sátiras como las dirigidas contra las dueñas chicas o el poder igualador del dinero, alegorías, moralidades, sermones, cantigas de ciegos y de escolares, etc. Sin duda, el Arcipreste constituye una de las cumbres de la literatura española.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Evaluación: Taller Unidad 1 Valor 10%

Descripción de la actividad
La actividad se ha diseñado tipo taller y segmentada la sección en 3 grandes equipos, se asignó el texto así: Equipo 1: Cantar del Destierro; Equipo 2: Las Bodas de las hijas del Cid y Equipo 3: La Afrenta de Corpes. El texto a usar es la versión de Menéndez Pidal (disponible en la fotocopiadora de Jimmy -preguntar por mi carpeta). Para los puntos 3 y 4 relacionados con métrica y estilística, deben trabajar con los textos en romance. Los mismos fueron seleccionados de la Edición Paleográfica del mismo autor, y se han asignado así : Equipo 1 - Página 15; Equipo 2 - Página 22 y Equipo 3 - Página 45. Pueden seleccionar y descargar sus páginas desde aquí. Una vez ubicada la página asignada, deben seleccionar 2 estrofas y aplicar el análisis métrico.

Fecha y pautas de entrega
1. El taller debe entregarse acompañado del instrumento, que pueden descargar e imprimir desde este Link: Descarga aquí
2.- Deben enviar al correo del docente oscaralbahacarivero@gmail.com las resultas del taller, así como una breve presentación PowerPoint que defienda los puntos principales de éstas, ello para cubrir el aspecto N° 8 (Defensa oral).
3.- Fecha límite de entrega y/o envío: 21/11/2009 antes de las 12 de la medianoche. Luego de esta fecha, se recibirán trabajos, pero con la multa de 1% menos por día de retraso.
¡Éxito!

martes, 10 de noviembre de 2009

Orígenes de la Lengua Castellana



El español o castellano, es una lengua romance, derivada del latín, que pertenece a la subfamilia itálica dentro del conjunto indoeuropeo. Es la lengua nacional de España y la oficial de México, de las naciones de Sudamérica y Centroamérica —excepto Brasil, las Guayanas y Belice—, de las naciones caribeñas de Cuba, Puerto Rico y la República Dominicana, de la nación africana de Guinea Ecuatorial y goza de protección constitucional en el estado norteamericano de Nuevo México. Además, es oficial de varias organizaciones y tratados internacionales como la ONU, la Unión Europea, el TLCAN, la Unión Latina y la OEA; cuenta con unos cuatrocientos cincuenta millones de hablantes, entre los que se incluyen los hispanos que viven en Estados Unidos de América y algunos cientos de miles de filipinos, así como los grupos nacionales saharauis y los habitantes de Belice, donde el idioma oficial es el inglés. El español está conformado por un 60% de vocablos del latín, 10% del griego, 15% del árabe, 10% de lenguas germánicas y 5% de otras lenguas.[cita requerida] Esta lengua también es llamada castellano, por ser el nombre de la comunidad lingüística que habló esta modalidad románica en tiempos medievales: Castilla.

La Historia del idioma español se puede dividir en tres grandes bloques: pre-románico, a todos los sucesos dados antes de la invasión romana; románico, a los sucesos en España del Imperio Romano y post-románico, a todo lo sucedido después de la invasión Romana.


Aportes prerromanos
Los aportes prerromanos son los correspondientes a la lengua española anteriores al siglo III a. C.: Los pueblos primitivos que vivían en la Península Ibérica y que sólo en parte los conocemos (íberos, celtas, vascos) y los que comerciaban con esta (fenicios, cartagineses y griegos) aportaron probablemente las siguientes cosas:

• la desaparición de f- inicial en muchas palabras que en latín llevaban este sonido, y, supuestamente, el llamado betacismo, debidos, probablemente, a la influencia del vascuence o del íbero.
• algunos sufijos, por ejemplo -rro, -rra,
• el nombre de la península (los íberos), o el de algunas poblaciones como Segovia (en latín, Segovia) o Sigüenza (cuyo nombre latino era Segontia), que derivan del vocablo céltico sega, que significa victoria
• algunas palabras, como izquierda y perro.

El latín y su evolución en la península
A partir del siglo III a. C., se produce la romanización de la Península, proceso que se alargará hasta finales del siglo I a. C. Este proceso afectará a muchos ámbitos de la vida peninsular, incluido el lingüístico. Las lenguas prerromanas van desapareciendo paulatinamente, a excepción del vasco, y son sustituidas por el latín, que es la lengua oficial del Imperio Romano.
No obstante, conviene señalar algunos factores que van a influir decisivamente en el ulterior desarrollo del latín, que dará la lugar a la aparición del castellano:
En primer lugar, su situación geográfica: La distancia con el centro neurálgico del imperio, Roma, y el aislamiento geográfico a través de los Pirineos) y el Mar Mediterráneo, hacen que las innovaciones lingüísticas lleguen despacio y con retraso.
El origen de los conquistadores: la mayor parte de los romanos que colonizaron la península procedían del sur de Italia, zona en la que se hablaba una variedad del latín denominada latín vulgar que difiere de la reflejada en los textos clásicos.

Surgimiento del castellano
Tras la caída del imperio romano en el siglo V, el latín vulgar evoluciona progresivamente en todo el imperio diversificándose. Dicha evolución va a originar la aparición de las diversas lenguas romances. En ese mismo siglo, se produce la invasión germana, lo cual va a permitir la incorporación al español de algunos vocablos germánicos, junto con los que ya habían entrado anteriormente en el latín vulgar. Destacan los relacionados con las contiendas como guerra (werra), o yelmo (helm). Algunos nombres propios también derivan de las lenguas germánicas; es el caso de Álvaro (de all -todo- y wars -prevenido-) o Fernando (de frithu -pacífico- y nanth -atrevido-).
En el siglo VIII, la Invasión musulmana de la Península Ibérica pone a la lengua romance hablada en aquel momento bajo fuerte influencia del árabe (más de 4000 vocablos en español), apareciendo el mozárabe (un conjunto poco conocido de dialectos romances con cierta influencia del árabe, fue el idioma utilizado por los cristianos arabizados). El contacto con los árabes probablemente dotó al mozárabe de unas características que lo distinguen del resto de lenguas romances. Muchas palabras castellanas actuales provienen del árabe como álgebra, almohada, almirante (donde al- es artículo), aceite, o ajedrez.
En el Siglo IX, la influencia árabe tiene sus expresiones artísticas, con la aparición de Jarchas y otros textos medievales en mozárabe, muchas escritas en alfabeto árabe, en lugar del alfabeto latino.
El español pasa a ser el idioma oficial de España y América Hispanohablante [editar]El dialecto castellano original, con sus influencias prerromanas, se expandió al sur de la península a medida que avanzaba la Reconquista. En el Siglo XV, durante el proceso de unificación española de sus reinos, Antonio de Nebrija publica en Salamanca su Grammatica, el estudio gramatical no relacionado al latín, siendo el primer tratado de gramática de la lengua castellana (y de la lengua moderna en general).
Con la expansión del Imperio Español, el español se expande a través de los Virreinatos del Perú, Nueva España, Nueva Granada, el Río de la Plata y la colonia Filipina.
Algunas de las características distintivas de la fonología incluyen la lenición (latín vita - español vida, latín lupus - español lobo), la diptongación en los casos fonéticamente breves de la E y la O (latín terra - español - tierra, latín novum - español nuevo), y la palatalización (latín annum - español año). Algunas de estas características están también presentes en otras lenguas romances.

Registros históricos del idioma Glosas y cartularios medievales
La historiografía tradicional considera como textos más antiguos que se conocen en castellano a las Glosas Emilianenses, datadas de finales del siglo X o con más probabilidad a principios del siglo XI, que se conservan en el Monasterio de Yuso, en San Millán de la Cogolla (La Rioja), localidad considerada centro medieval de cultura. Sin embargo, las dudas que suelen surgir acerca del romance específico empleado en las Glosas hace que las corrientes lingüísticas actuales consideran que no están escritas en castellano medieval, sino en un protorromance riojano, o navarroaragonés o castellano-riojano según el filólogo César Hernández. Es decir, un «embrión o ingrediente básico del complejo dialectal que conformará el castellano», en palabras del investigador riojano Claudio García Turza. Junto a características específicamente riojanas, se encuentran rasgos presentes en las diversas variedades dialectales hispanas: navarro, aragonés, asturleonés y mozárabe. Todo ello induce a pensar, como lo hicieron Menéndez Pidal (1950), Lapesa (1981), Alarcos (1982) y Alvar (1976, 1989) que, en realidad, se trata de un koiné lingüístico en el que se mezclan rasgos pertenecientes al castellano, riojano, aragonés, con algunos del navarro,[1] lo cual no resulta extraño si se tiene en cuenta que la zona de San Millán era una encrucijada de lenguas y culturas hispánicas, los repobladores cristianos procedían de lugares diversos y esto producía un constante reajuste lingüístico.
Curiosamente, las Glosas emilianenses también incluyen los textos más antiguos escritos en euskera que se conservan hoy día (si no contamos los restos epigráficos de época romana escritos en vascuence).

Primera gramática moderna europea
En 1492 (año de la llegada de los españoles a América, de la conquista de Granada y de la expulsión de los judíos), Antonio de Nebrija publicó en Salamanca su obra Grammatica, la primera gramática de la lengua castellana (y la primera de una lengua moderna europea). Es un hecho histórico que el nacimiento del Imperio Español está estrechamente ligado al nacimiento del idioma castellano español contemporáneo. Parece ser que cuando la reina Isabel la Católica, al ver la Grammatica que acababa de obsequiarle Nebrija, le preguntó "¿Para qué quiero una obra como ésta si ya conozco el idioma?". Él respondió: "Señora, la lengua es el instrumento del Imperio".
En un primer momento, los realistas no mostraron interés en difundir la lengua castellana en América y Filipinas y la evangelización se realizó en las lenguas nativas.
En el año 1713 se fundó la Real Academia Española para "fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza", con el lema de Limpia, fija y da esplendor.
La expansión del castellano
En 1790, España y Gran Bretaña firmaron la Convención de Nootka, por la que España renunció a cualquier derecho sobre un vasto territorio de América Septentrional constituido por Oregón, Washington, Idaho, Columbia Británica, Yukón y Alaska, impidiendo el avance del imperio español hacia el noroeste de América. Aún perduran algunos nombres geográficos en castellano. En el siglo XIX, Estados Unidos de América adquirió Louisiana a Francia y Florida a España y, por el Tratado de Guadalupe-Hidalgo, obtuvo de México los territorios que actualmente conforman Arizona, California, Colorado, Nevada, Nuevo México, Texas y Utah; así como parte de los actuales estados de Wyoming, Kansas y Oklahoma. De esta forma, el castellano pasó a ser una de las lenguas de Estados Unidos, aunque estas variedades primitivas sólo sobreviven a inicios del siglo XXI en la parroquia de Saint Bernard, en Louisiana, donde se habla el Dialecto canario; y en una franja que se extiende desde el norte de Nuevo México al sur de Colorado.
Por otra parte, desde el siglo XX, millones de hispanoamericanos han emigrado a Estados Unidos, con lo cual se han convertido en la minoría más numerosa del país: más de 41.300.000 personas, en 2004. El 1 de mayo de 2006, durante el Gran Paro Americano de inmigrantes ilegales, se entonó el Himno Nacional de los Estados Unidos en castellano, como una muestra de presencia en ese país de una minoría hispana que se está convirtiendo en una mayoría a pasos agigantados.
En Filipinas el castellano aún es hablado por unos tres millones de personas, en Brasil los hispanohablantes llegan al millón; mientras que en Canadá sumaban aproximadamente unos 350.000 en 2004 y en Marruecos llegaban a los 320.000. Éstos son los cinco países con concentraciones más importantes de hispanohablantes fuera de España e Hispanoamérica.
En Oceanía el castellano se habla en varias islas que están bajo la soberanía de Chile desde el siglo XIX, entre ellas Isla de Pascua, llegando a casi 4.000 la cantidad de personas que lo hablan. También es hablado en Australia, gracias a la colonia chilena que sobrepasa las 33.000 personas.